Situado al borde del valle del Drac Noir, a los pies de majestuosos picos (Petit y Grand Pinier, Mourre Froid…), Prapic es un pueblo lleno de carácter que bien merece una visita. Bajo la bendición de la iglesia de Sainte-Anne, sus callejuelas fuertemente empedradas y sus robustas casas de piedra son testigos de la historia de la aldea y de la vida ruda que se llevaba en aquellos tiempos.
Prapic es un poco como el fin del mundo. Sin embargo, cerca de varios puertos, entre ellos los de Tourettes y Terres Blanches (que daban acceso de montaña al Val de Durance), este pueblo tenía fama de ser el lugar donde se hacían hasta las moscas. Se trataba sin duda de una alusión al hecho de que sus habitantes tenían que valerse por sí mismos en su vida cotidiana, lejos de los grandes centros urbanos y comerciales.
Situado a las puertas del Parque Nacional de los Ecrins, el pueblo es el punto de partida de numerosos paseos accesibles a todos, como el tombeau du Poète, la meseta de la Charnière, el Saut du Laire…